NUESTRA VISIÓN DE LOS CÍRCULOS DEL TIEMPO Y DEL ESPACIO EN REAL SITIO

Como habitantes de Aranjuez, nos sentimos lectores privilegiados de este Real Sitio del que nos habla José Luis Sampedro. Sampedro vivió en nuestra ciudad y la amó a través del tiempo y del espacio como se desprende de cada página del libro. El autor es también un gran conocedor de todos los rincones de nuestro pueblo y lo que significan para cada ribereño. Nuestro objetivo es acercar a cada lector los escenarios en que se desarrolla la novela, porque no es lo mismo leer que "la Plaza de San Antonio se llena de criados, fregonas...." ( p.152) que saber exactamente cómo es esa plaza....Recomendamos abrir la presentación en el tamaño más grande posible y navegar siguiendo las flechas que presenta el programa o investigar por sí mismo. Hay muchas fotos y citas del libro, por lo que hay que esperar un poco a que se abran. Al tiempo cada uno de los "nudos" se puede ampliar para verlo con más detalleBuen paseo por los círculos que hemos preparadoEstudiantes de la clase de 4º A

RUTAS LITERARIAS

De lector a lector:

Si has leído la novela, o vas a hacerlo próximamente, quizás desees visitar Aranjuez y recorrer los lugares que aparecen en las dos historias. ¡No olvides traerte estos planos!


1807

1807
En esta historia aparecen principalmente los espacios de la nobleza. También aparrecen los del pueblo representados en la C/ de la Reina y en el Mercado. También aparecen lugares de intercambio, como la casa de fogones, donde el pueblo es el sirviente

REFLEXIONES SOBRE LA LECTURA

Tras la lectura del libro, sin duda, una de las cosas que más sorprendió a los alumnos fue la exactitud en las localizaciones de los escenarios donde transcurren los hechos, no tanto en la época de 1808, pues como el autor mismo dice en su nota final, ha sido producto de una larga fase de documentación en archivos etc,  sino en  los que aparecen en la época de 1930-1931, pues según el autor “me he basado en mi propia memoria, aunque procurando confirmarla y completarla con revistas y otras fuentes coetáneas. No las he necesitado mucho porque yo gocé del inmenso privilegio de que mi vida, en la decisiva edad de la adolescencia, transcurriera en EL Real Sitio” [7].pág 588

Tal es así que ellos mismos sentían la necesidad mezclada con la curiosidad de comprobar que todos los espacios efectivamente existían, (incluso detectaron un error en la localización de uno de ellos: el autor sitúa el castillo en Ontígola, cuando en realidad está en Colmenar de oreja). Con ello quiero decir que la lectura de la obra les provocó la necesidad de hacer  un paseo “real” por los rincones que aparecen en la novela. Por primera vez la literatura y la realidad aparecían fusionadas en un mismo hecho y eso no dejaba de sorprenderlos y de estimularlos en la lectura, más aún, cuando en sus investigaciones para buscar determinados lugares que aparecen,  en la novela pero que ya inexistentes en Aranjuez, se topaban con personas que habían conocido a José Luis Sampedro. En ese rastreo incesante, descubrieron o creyeron descubrir al José Luis Sampedro real, más que al autor, de manera que ellos están convencidos de que “Casa Sole” fue la última casa donde vivió José Luis en Aranjuez y que Agustín, sobre todo, y la misma Marta son el adolescente José Luis Sampedro cuando vivió en Aranjuez.

la lectura de la obra fue, algo así como si para ellos “los círculos del tiempo” de los que habla el autor, se convirtieran además en “los círculos del espacio” y los “círculos de la realidad y de la ficción”.

Fruto de lo anterior surge una Ruta literaria por el Real Sitio de José Luis Sampedro






Fuente: Matilde Moreno, Real sitio, espejo múltiple de José Luis Sampedro, pág.43

POR LA LECTURA

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante. Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus “clientes” éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.
Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño. No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos. Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.
Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir –eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo. Me quedo confuso y no entiendo nada.
En la vida corriente el que paga una suma es porque:
a) obtiene algo a cambio
b) es objeto de una sanción.
Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?
Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación? ¿Acaso dejaron de cobrar por el libro vendido? ¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas? ¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos? No entiendo a esa Europa mercantil.
Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra. Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.
¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro

BIBLIOGRAFÍA

SAMPEDRO; José Luis; Real Sitio, Madrid. ed. Destino Áncora y Delfín, 1994.

MORENO MARTÍNEZ, Matilde; Real Sitio, espejo múltiple de José Luis Sampedro. Aranjuez. ed. Doce Calles

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